Comenzaré
esta entrada recordando una experiencia vivida durante mis estudios doctorales.
Por allá por el año 1999 del
siglo pasado, como diría un buen amigo, nos asignaron una tarea de tecnología instruccional
que debía presentarse en clase de manera audiovisual. Yo elaboré una propuesta para
desarrollar una unidad instruccional, basada en la Lingüística del Texto, y la
presenté en PowerPoint. Como la
propuesta se desarrollaba en tres turnos recursivos (inicio, desarrollo y
cierre), hice una analogía con las Parcas, diosas griegas que definen el curso
de la vida, el cual es comparado con un hilo; una parca inicia el hilo, otra lo
teje y otra lo corta. A esa presentación le puse una música de fondo muy
relajante, pero me parecía que no era suficientemente “sensorial”, de manera que,
cuando la proyecté, coloqué un delicado incienso en el salón de clases. Esa
iniciativa gustó mucho a mis compañeros y a mis profesores. Aprovechando su
buen ánimo, concluí con una reflexión que podría catalogar de media verdad (hoy
puedo revelar mi travesura). Dije que ya se estaban haciendo experimentos en Estados
Unidos y Europa para que las presentaciones emitieran olores y produjeran
sensaciones táctiles a sus espectadores. Todavía recuerdo la cara de asombro de
mis compañeros J Era aquella una tremendura calculada, pues, aunque yo no sabía si era
cierto o no lo que anuncié sobre los experimentos, estaba absolutamente segura de
que, dado el ritmo con el que se desarrolla la tecnología, lo que yo soñaba o
ya se estaba haciendo en aquellas latitudes o se haría muy próximamente. En
próximas entradas colgaré el enlace a la mencionada presentación.
Casi 15 años después, la
Navidad de 2013 nos sorprende con la inauguración en Caracas de varias salas de
cine 4D. La promesa es una
experiencia de inmersión del espectador en los acontecimientos desarrollados en
la película, al permitirle experimentar olores, movimientos y sensaciones táctiles.
En otras palabras, no sólo veremos la película (experiencia audiovisual) sino
que sentiremos viento frío si la escena se desarrolla en una locación nevada,
oleremos la sangre de los accidentados en el caso de películas de corte
violento, sentiremos goticas de agua si está lloviendo, nuestras butacas se
estremecerán si la escena es de un terremoto, y un largo etcétera.
Comenté esta novedad a
mi hija que estudia cine y a mi esposo, y se produjo un interesante diálogo
entre ellos. Entre los temas que se trataron recordaron que cuando salió el
cine sonoro muchos buenos actores del cine mudo no pudieron adaptarse al cine
hablado y perdieron la aceptación del público; otro de los temas tratados fue
la posible aparición de nuevos roles en los equipos de trabajo del mundo del
cine, por ejemplo, aparecerían tal vez el “director de olores” y el “director
de sensaciones especiales”. Estaremos muy atentos a ese respecto. Por esas
cosas mágicas de la vida, coincidencialmente en esa misma época, quien
hoy es mi esposo estaba casado con una pintora rusa y le propuso a ella que
montara en Moscú una exposición en la que cada uno de sus cuadros estuviera en
un cubículo y que allí se despidieran aromas relacionados con el tema de la
obra. Así, por ejemplo, si era una campiña, se despediría olor a tierra, si era
un bosque ruso, aromas de pino, etcétera.
Los ejemplos de
aplicación de experiencias multisensoriales a distintos públicos existen desde
hace tiempo, pero habían estado confinadas a determinados espacios y usos
específicos. Por ejemplo, se han utilizado en atracciones en parques temáticos;
en juegos 3D en los que puedes llegar
hasta a sentir corrientazos; en simuladores de helicópteros y aviones que
imitan las vibraciones del equipo al despegar y aterrizar; en la formación
militar, en la que los entrenamientos se realizan con disparos verdaderos y olor
a pólvora para aproximar la situación al conflicto real; en la preparación de los
estudiantes de medicina, a quienes se les enseña a tocar vísceras y a oler la
sangre, pues si no lo hacen a tiempo podrían no resistir ese tipo de
experiencias más adelante. Lo novedoso en
la situación que tratamos es que, hasta la aplicación de estas experiencias en
el cine comercial, no habíamos tomado conciencia de que podemos extender estas
experiencias a otras situaciones, como la educativa por ejemplo, e incluso masificarlas.
Llegado a este punto,
concluyo que lo que era mi fantasía cuando hice mi presentación en 1999 llegó para
quedarse. Sin darnos cuenta estamos presenciando un cambio de paradigma en
el cine que nos lleva a ir pensando Desde
ya cómo podríamos utilizar este recurso en el campo de la educación, más
allá de las tímidas aplicaciones que mencioné antes. Al respecto, me he
planteado algunas preguntas preliminares:
¿Cómo podríamos
etiquetar este tipo de medio a los fines de su inclusión en las categorías de
medios educativos? Así como se habla de medio audiovisual, medio digital, yo
propongo llamarlo medio multisensorial.
¿Cómo lo definiríamos? ¿Cómo
un medio híbrido (cine y algo más) o será que amerita una nueva categorización
de mayor amplitud que las existentes? ¿Los actuales medios audiovisuales se convertirían en una subcategoría de una categoría de orden mayor que serían los medios
educativos multisensoriales?
¿La propuesta requiere necesariamente
la asistencia a una sala de cine, lo cual nos remite a la presencialidad, o se
podrá utilizar de modo ubícuo? Si esto último fuera posible, ¿qué
características de hardware y software tendrían que tener las
computadoras personales y móviles para permitir la experiencia de la multisensorialidad?
Dada la dificultad de mantener un “banco de olores”, los científicos y
tecnólogos ya deberían estar pensando en la creación de dispositivos
periféricos que sinteticen los olores a partir de unas pocas sustancias básicas,
como se hace con los colores de la pantalla, que se derivan de combinaciones de
una base de colores.
¿Qué competencias nuevas
deben tener los desarrolladores de medios educativos para servirse
inteligentemente del cine 4D?
¿Qué posibilidades de
masificación tienen los medios multisensoriales aplicados a la educación?
¿Cómo se reutilizarían
los materiales audiovisuales existentes para no desperdiciar las horas de producción?
¿Qué implicaciones tendría
este medio para los estudiantes con alguna discapacidad? ¿Potenciará el
aprendizaje de estudiantes con dificultades visuales o auditivas el hecho de
que puedan complementar imágenes y sonidos con sensaciones olfativas, táctiles
y movimientos?
Estas
son apenas algunas de las primeras preguntas que me surgen sobre esta
interesante posibilidad. Como se puede apreciar, éste es un campo que ameritará
muchísima investigación y desarrollo. Mientras tanto, me dispongo a ver mi
primera peli, como dice mi hija, en
una sala de cine 4D: les contaré mi
experiencia en una próxima entrada. Reciban un gran abrazo, virtual por ahora…