miércoles, 18 de abril de 2012

BIBLIOTECA DIGITAL ARÍSTIDES ROJAS (BIBLIODAR) Y APLICACIONES DEL SISTEMA DE APOYO A LA MUNICIPALIZACIÓN. UN CIERRE NECESARIO


NOTA DE ADVERTENCIA: Como en el texto anterior que escribí sobre este tema, quiero alertar a mis lectores que este texto también es extenso. Nuevamente, prioricé los criterios estratégicos antes que los pautados por las normas que aplican al discurso para este tipo de medio. 

Tal y como lo ofrecí en mi publicación de fecha jueves 29 de marzo de 2010, vuelvo a escribir para comentar sobre las funcionalidades de la Biblioteca Digital Arístides Rojas BIBLIODAR y de las aplicaciones del Sistema de Apoyo a la Municipalización del Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria de Venezuela. Luego de darme un tiempo para navegar por las páginas de los referidos proyectos, paso a hacer mis contribuciones con una intencionalidad formativa.

Partiré recordando el concepto de ciclo de vida de un proyecto, que alude los diferentes momentos por los que atraviesa la gestión del mismo. Corresponde a sus conductores interpretar lo que se espera de ellos en cada uno de los momentos del ciclo. En comunicación dirigida al Ministro anterior en el mes de septiembre de 2010, a propósito de la entrega del Informe Final de Actividades, le expresé que una vez que el equipo venezolano coparticipara con el equipo cubano hasta el 31 de agosto de 2010, en las fases de negociación de los términos de referencia, formulación y registro de los documentos fundamentales de los proyectos, diagnóstico, conceptualización y diseño de soluciones y de la identidad gráfica de los mismos, capacitación de profesores-asesores, control de calidad previo, procura y adquisición de hardware y software, elaboración de planos y dotación tecnológica del Laboratorio de Materiales Educativos Digitales así como de los perfiles de los trabajadores del mismo, presentaciones públicas y organización de la dinámica de trabajo y sistematización de las rutinas de gestión semanal de los proyectos, le deseaba éxito en la conducción de la fase que quedaba por acometer, a saber, la puesta en acción de los proyectos.

Utilizando el lenguaje de la gestión de proyectos, al nuevo equipo a cargo, así como a los profesionales que han permanecido durante las diferentes administraciones del Ministerio, y que suponemos preservan la memoria de los proyectos, les correspondía actuar en la fase de implementación. De esta fase se esperaba, entre otras acciones, la validación por expertos, el ensayo con usuarios finales para probar la funcionalidad de lo desarrollado, el diagnóstico de problemas de implementación, y el establecimiento de los correctivos antes del lanzamiento de los proyectos. Este último aspecto resulta de fundamental importancia en el caso de los proyectos que nos ocupan, pues, al estar en plataforma web, su visibilidad trasciende a las poblaciones para las cuales se creó: al publicarlos, se hacen del dominio público no sólo en el país de origen, sino en el mundo. Hecha esta consideración paso a comentar lo que observé en la implementación realizada:

1.    La concepción y el diseño de la Biblioteca Digital Arístides Rojas BIBLIODAR y de las aplicaciones del Sistema de Apoyo a la Municipalización son las que dejó nuestro equipo hace casi dos años, y algunos de los cambios introducidos condujeron a inconsistencias y errores. Los problemas que hoy observo se vinculan con la fase de implementación de ambos proyectos. Hago una alerta sobre la aplicación Entornos Virtuales de Apoyo EVAp, concepto novedoso introducido por nuestro equipo para dar respuesta a las necesidades específicas expresadas por los estudiantes y los profesores que participaron en el diagnóstico, mencionado en mi publicación anterior. El texto de presentación, que es el que dejamos, traduce la naturaleza de esta aplicación; sin embargo, en el despliegue se constatan intentos de llevarlo a la concepción de los tradicionales Entornos Virtuales de Aprendizaje EVA. El concepto de EVAp planteó y continúa planteando interesantes aristas a ser profundizadas y desarrolladas. Lamento que se desaproveche esta veta para la innovación.
2.    En ninguna parte se advierte sobre los alcances de la BIBLIODAR. Sólo si se es usuario registrado se conocen los servicios de valor añadido que concebimos y diseñamos y que la distinguirían de otras bibliotecas digitales. Me refiero a la posibilidad que tiene el usuario de crear bibliotecas personales, de utilizar gestores bibliográficos para organizar la información, de compartirla con amigos que tengan intereses afines, entre otras, y que tal vez podrían anunciarse en el espacio “Sobre nosotros”. Diría una buena amiga mía: “esas fortalezas hay que cacarearlas”.
3.    Tanto en la Biblioteca Digital Arístides Rojas BIBLIODAR como en las aplicaciones del Sistema de Apoyo a la Municipalización se constatan numerosas inconsistencias intertexto y entretextos en la información cargada en la plataforma. En el caso de las aplicaciones, la situación preocupa, pues fueron desarrolladas por nuestro equipo respondiendo a la lógica del Sistema de Apoyo a la Municipalización, el cual le brindaba unicidad a las mismas. En la implementación realizada por el equipo del Ministerio no se habla del mencionado sistema, aunque el logotipo del sistema permanece en las pantallas de entrada a las aplicaciones, así como en el cintillo de los enlaces, salvo en el de la aplicación Repositorio de Objetos de Aprendizaje ICOA URU, en el que se sustituyó por Portal de Aplicaciones Educativas, lo cual no se explica y, por lo tanto, rompe la lógica de la relación entre aplicaciones. Sería conveniente, como se recomendó en una oportunidad, que cuando se pose en ellos el apuntador del ratón se despliegue un texto informativo al respecto. También debe revisarse que la información para cada Laboratorio Virtual sea realmente la que corresponde a cada uno de ellos, y no que se haya copiado y pegado la información de otro, como lo advertí. Tampoco se informa qué es el Laboratorio de Materiales Educativos Digitales, también ubicado en el cintillo. Ese enlace debía llevar a una página estática en la que se referenciaban los servicios brindados por el referido laboratorio, los profesionales a su cargo, la ubicación física y el horario del mismo. Infiero que en los casi dos años transcurridos desde nuestra salida de los proyectos todavía no se ha asignado el espacio físico para el laboratorio, el cual, se venía gestionando desde el inicio del proyecto. Para el momento de la entrega final por parte de nuestro equipo, el laboratorio contaba con planos de planta, perfiles de los profesionales a cargo y adquisición de equipos de computación y de procesamiento de video de alta tecnología.
4.    Veamos un ejemplo de las inconsistencias a las que me refiero, y que son consecuencia del cambio de denominación de la Biblioteca Digital Alma Mater por el de Biblioteca Digital Arístides Rojas. En mi anterior entrada, del día jueves 29 de marzo, alerté sobre la permanencia de la denominación Biblioteca Digital Alma Mater en el cintillo de la aplicación Herramienta para cursos de idiomas (http://hgci.mppeu.gob.ve/index.php). Pues bien, dos días después, el sábado 31 de marzo, se sustituyó el nombre por el de Biblioteca Digital Arístides Rojas; sin embargo, por el apuro con el que se actuó, no se tuvo el cuidado de cambiar el enlace antiguo, que aún hoy se conserva (http://bdam.mppeu.gob.ve/). Nótese que las primeras cuatro letras del enlace son “bdam”, que se traduce como Biblioteca Digital Alma Mater; es por ello que este enlace no lleva a ningún destino desde cada una de las aplicaciones. Quisiera pensar que la apresurada sustitución se hizo con la convicción de mejorar lo que se ofrece al usuario y no para desmentir la observación realizada por mí ante las autoridades del Ministerio. En todo caso, hoy, miércoles 18 de abril de 2012, la antigua denominación Biblioteca Digital Alma Mater aún permanece en otros textos. ¡Por favor! No vayan ahora a salir despavoridos a revisar sólo lo que indico. Hagan una revisión exhaustiva y sistemática, párrafo por párrafo, imagen por imagen, enlace por enlace, pues la denominación Alma Mater, como alma que es, puede estar por ahí escondidita… Recuerden que el conjunto de aplicaciones se desarrolló bajo una lógica sistémica y, bajo aquella, cualquier intervención que se haga en un aspecto impacta en el resto.

La lección aprendida del ejemplo anterior tiene que ver con la necesidad de valorar el costo-beneficio del cambio de nombres de los proyectos, lo cual sólo justifico cuando el cambio se traduce en una verdadera resignificación de conceptos. En el caso que nos ocupa, el concepto se mantuvo, como lo indiqué en el punto 1, mientras que el cambio de nombre del proyecto introdujo inconsistencias y errores. Urge una organización y depuración de la data que se introdujo, pues se constatan omisiones y repeticiones. Un ejemplo de ello es la lista de tipos de recursos, en la que se puede observar que el tipo “Tesis de Grado” aparece repetido varias veces. También es necesario definir qué información debe ubicarse en cada categoría: no es lo mismo un libro, que un repositorio, que una revista o que una base de datos. Impacta encontrar nombres de universidades venezolanas en categorías a las que no corresponden. Uno se pregunta: ¿qué pasó con el estudio piloto?, ¿cuáles fueron sus resultados?, ¿qué medidas de control de calidad se generaron? Considero necesario reflexionar en torno a algo que no enseñan ni los doctorados ni las maestrías, y que sólo se aprende con la experiencia profesional, y es el deber que tienen los Directores, Coordinadores y Jefes de Proyecto de preservar la imagen de sus autoridades, sean estas Presidentes, Ministros o Rectores, poniéndoles en sus manos para su presentación pública productos o resultados a los que se les ha asegurado un cuidadoso control de calidad. No olvidemos que ellos son la presencia del Gobierno nacional.

A pesar de lo antes expuesto, quiero manifestar que no debemos temerle al error, sino asumirlo con valentía, celeridad y compromiso profesional, y convertirlo en una oportunidad para aprender. A propósito del tema, rescato la idea final de aquella carta a la actual Ministra, recibida en el Ministerio el 13 de octubre de 2011 y registrada por SIGLA-MPPEU con el número ADM-2011-3317, de la que nunca obtuve respuesta, en la que le expresaba: “¡Tómense decisiones, asúmanse riesgos calculados, mejoren lo que deba ser mejorado, dígase que son productos en proceso de evaluación y evalúense de verdad, pero muestren la obra realizada!

Antes de finalizar, les comento que mi anterior publicación ha tenido un gran impacto, medido a través de diferentes indicadores. Quiero expresarles mi gratitud a todos los lectores, visitantes del blog y personas que me escribieron por mi correo electrónico. El mayor logro de esta jornada ha sido, a mi juicio, el de posicionar el tema del acceso al conocimiento y el uso de tecnologías para apoyar procesos masivos de formación. Interesante posicionamiento si se tiene en cuenta que el asunto tratado no se inscribe precisamente en los considerados “temas calientes”.

Quiero dedicar un espacio para comentar un mensaje recibido de la Ingeniera Fabiola Rosales, de la Universidad de los Andes de Venezuela, y que ella replicó a mis contactos. A ella, igualmente, le agradezco la oportunidad que me brindó de reflexionar sobre lo que no se debe hacer cuando nos movemos en el modo comunicacional “enviar información a muchos” por medios electrónicos, pues de lo que no se debe hacer también aprendemos.

1.    En su mensaje la ingeniera se presenta como venezolana y escribe la palabra venezolana con mayúsculas, lo cual en el medio de la web equivale a gritar. No grite ingeniera, no hace falta. Yo también soy venezolana. ¿Será que usted piensa que no lo soy porque trabajé con profesionales cubanos de la Universidad de las Ciencias Informáticas y de otras reconocidas universidades cubanas en el desarrollo de los proyectos? ¿O será que usted es de los que piensa que participar en un convenio de cooperación con profesionales cubanos “está mal”? Si ese fuera el caso, la invito a revisar los rasgos de xenofobia y chovinismo en su comunicación. También le recomiendo estudiar el Proyecto Nacional Simón Bolívar 2007-2013, particularmente en lo que se refiere a la Nueva Geopolítica Internacional.

2.    Sobre la primacía de la Asociación Nacional de Directores de Bibliotecas Redes y Servicios de Información del Sector Académico, Universitario y de Investigación ANABISAI en la utilización del nombre Biblioteca Digital Alma Mater, informo a la ingeniera que en Noviembre de 2009, en ocasión de las jornadas del Convenio de Cooperación Integral Cuba-Venezuela, celebradas en las instalaciones de la Escuela Latinoamericana de Medicina en pueblo Guri, estado Bolívar, se decidió en las Mesas Técnicas la formulación de un nuevo proyecto en el marco del convenio de cooperación que se denominaría Biblioteca Digital Alma Mater. En ese evento se decidió que el mismo equipo que venía trabajando en el Proyecto Sistema de Apoyo a la Municipalización, asumiera su dirección. Fue así como la Gerencia General del mismo recayó en mi persona. Recuérdese que la Misión Alma Mater se creó según Decreto oficial 6.650 de fecha 24 de marzo de 2009 (sus alcances fueron descritos en mi publicación anterior). Lo natural era que, con ese referente, el naciente proyecto de la biblioteca digital adquiriera su nombre. En el texto de la ingeniera se desconocen los acuerdos de esa jornada, los participantes en aquel evento y el hecho de que recibí la conducción del proyecto con el nombre asignado, con el que, por cierto, estuve de acuerdo.

3.    En mayo de 2010, ANABISAI lanza la Biblioteca Digital Académica de Venezuela. Saque el lector sus conclusiones sobre la temporalidad de los eventos. Ese proyecto no dio origen al de Biblioteca Digital Alma Mater; ambos se desarrollaron en paralelo durante un segmento en la línea del tiempo. Es necesario acotar que ambos proyectos no compiten entre sí, sino que más bien son complementarios, pues existen factores de diferenciación entre uno y otro, vinculados con las necesidades a las que dan respuestas, a sus públicos y a los servicios que prestan. De hecho, mientras la Biblioteca Digital Académica de Venezuela se definió desde sus orígenes como una red nacional de bibliotecas digitales de nuestras universidades y comenzó con la puesta a la disposición de las tesis y trabajos de grado, la Biblioteca Digital Alma Mater, además de recursos de información, ofrece variados servicios de valor añadido (algunos de ellos mencionados en el punto 2 de la primera sección de esta publicación), y pretende incluir a todo el Sistema de Educación Universitaria, es decir, va más allá de nuestras universidades. En todo caso, extraña la defensa de la ingeniera sobre la primacía de la aparición de los proyectos, ya que es difícil admitir que el concepto y desarrollo de las bibliotecas digitales pertenezca a alguna institución en particular; ellos representan “una ola” derivada de la era digital, sobre la que nos hemos montado quienes somos trabajadores del conocimiento: antes que ANABISAI y que el mismo Ministerio, otros nos han antecedido; véanse las experiencias de Brasil, por citar un ejemplo. La misma ANABISAI, en la declaración de la ciudad de Mérida del año 2003, acordó pedir apoyo a la Universidad de Colima, México, por considerarla pionera en esos desarrollos. Debemos aprender a ver más allá de nuestros ombligos.

4.    Expresa la ingeniera que “el ánimo de mi artículo” fue el de desconocer al actual equipo de gestión del proyecto en el Ministerio y a ANABISAI. El equipo actual del Ministerio, en el que aún permanecen algunos actores de administraciones anteriores, ya fue reconocido por la Ministra en el acto de lanzamiento de la BIBLIODAR; mi publicación se dedicó a reconocer a quienes, siendo actores del proyecto, fueron excluidos del acto de lanzamiento y del reconocimiento correspondiente. Le recomiendo a la ingeniera calmarse y releer mi publicación. En cuanto al reconocimiento para ANABISAI, el texto de la ingeniera me llevó a recordar aquella obra de Edward de Bono llamada Sombreros para pensar. Con mi sombrero de Gerente General del Proyecto no me corresponde hacerle un reconocimiento, puesto que nuestro equipo no se vinculó con dicha Asociación en calidad de actores del proyecto. Durante la fase de levantamiento de información para la conceptualización del modelo de la Biblioteca Digital Alma Mater se resolvió tomar contacto con las experiencias de bibliotecas digitales en Venezuela y en Latinoamérica. Fue así como se invitó a ANABISAI a hacernos una presentación, la cual tuvo lugar el día 2 de marzo de 2010 (es decir, cuatro meses después de que se había decidido en Guri la creación de la Biblioteca Digital Alma Mater), siempre en busca de la integración de esfuerzos y con la preocupación expresada en mi publicación sobre la necesidad de articular la acción entre entes del Estado que comparten similares propósitos y que desarrollan proyectos paralelos, tanto en el propio MPPEU como en el hermano Ministerio de Ciencia y Tecnología (asunto al que me referiré en otro momento). En esa presentación de ANABISAI se ventilaron algunas posibilidades de trabajo conjunto que no prosperaron, pues no hubo consenso en torno a un tema clave: dónde debería residir el servidor de la aplicación. Para nuestro equipo, no cabía duda alguna de que el servidor debía residir en el Ministerio, por tratarse de un proyecto de alcance nacional, abarcador de todo el Sistema de Educación Universitaria y vinculado con políticas de Estado. También nuestro equipo hizo ver a los representantes de ANABISAI que el crecimiento del referido sistema ameritaba trascender lo que tradicionalmente se venía entendiendo como “academia”, representada fundamentalmente por nuestras universidades. Ello suponía una decidida estrategia de inclusión tanto de los viejos actores, que en buena parte no contaban con un buen soporte de bibliotecas físicas y digitales (ese es el caso de los Colegios e Institutos Universitarios), como de los nuevos actores, conformados por los Programas Nacionales de Formación y las nuevas instituciones universitarias creadas por la Misión Alma Mater. La ingeniera no estuvo presente en esa única reunión nuestra con ANABISAI.

5.    En aquella reunión nos fue informado que con quien sí trabajó ANABISAI fue con la Dirección General de Recursos para la Formación y el Intercambio Académico del Viceministerio de Desarrollo Académico del Ministerio para el momento, concretamente en la tarea de la adquisición de recursos bibliográficos y obras de referencia (Acta de la reunión, 2/3/10). Este reto continúa abierto para esa Dirección, pues a ella le correspondería llenar de contenidos a la Biblioteca Digital Alma Mater, mientras que a nuestro equipo le correspondió la concepción y desarrollo de la solución tecnológica. En consecuencia, si la ingeniera tiene algún reclamo que hacer acerca de la denominación, autoría, orden de presentación de los proyectos o falta de reconocimiento a ANABISAI, debe dirigirse a la Ministra, como lo hice yo. En palabras muy coloquiales dirigidas a la ingeniera, “dispare pa´ onde e´”. Consta en el acta que la referida reunión fue iniciada por mí reconociendo el trabajo sostenido de ANABISAI en el tema del desarrollo bibliotecológico en nuestras universidades. Consta también el ofrecimiento que nos hizo ANABISAI del portal de la biblioteca digital que había desarrollado la Ingeniera Fabiola Rosales, es decir, usted, ofrecimiento que no se concretó. Nuevamente, si la ingeniera tiene alguna queja que plantear al respecto, diríjase a la junta directiva de ANABISAI. Con mi sombrero de profesora de la Universidad Nacional Abierta, experta en Educación a Distancia, participé como conferencista central en las tres primeras conferencias internacionales sobre bibliotecas digitales y educación a distancia organizadas por ANABISAI. Mantengo relaciones profesionales y de amistad con algunas de las personas de la Directiva de ANABISAI que usted nombra en su texto. No empañe esas relaciones, ingeniera, con imprecisiones y aseveraciones basadas en situaciones en las que usted no estuvo presente y que tampoco sustenta con fuentes.

6.    Dado que la ingeniera se presenta en su e-mail como una persona comprometida en la lucha por lograr la equidad de acceso a la información y el conocimiento libre, mi sugerencia a la ingeniera es que trascienda el plano de lo declarativo y, como reza el adagio chino, no se quede ni en el elogio ni en la crítica: escriba, elabore un trabajo crítico-constructivo sobre la BIBLIODAR desde su área de especialidad, en el que nutra al Ministerio con contribuciones dirigidas al mejoramiento del proyecto que, conjuntamente con el Sistema de Apoyo a la Municipalización, tienen tanto que aportar en la satisfacción de las necesidades de acceso universal al conocimiento de amplios sectores de estudiantes y profesores universitarios, proyectos que, reitero, no han recibido el debido espacio en la divulgación de la obra realizada por el Ministerio. Me gustaría que tuvieran tanta visibilidad como la tienen proyectos de similar o menor envergadura en las web de los Ministerios de países hermanos de América Latina.

Cumplido mis propósitos de valorar los aspectos conceptuales y funcionales de la BIBLIODAR y de las aplicaciones del Sistema de Apoyo a la Municipalización, y de realizar mi contribución para el mejoramiento de ambos proyectos, doy por concluido este ciclo comunicacional. Los invito a estar pendientes de mis próximas publicaciones, en las que trataré un tema apasionante que estoy investigando a partir del trabajo de grado Lineamientos para la integración de la Alfabetización Informacional en Sistemas de Educación a Distancia (2011), del cual fui tutora, y que fue elaborado por la Lic. María Carolina Rondón de la Universidad Nacional Abierta para obtener el título de Magister Scientarium en Información y Comunicación para el Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela (pueden consultarlo en  http://biblo.una.edu.ve/docu.7/bases/marc/texto/t37624.pdf). Hablaré sobre holons y Alfabetización Informacional, y de notables figuras como Koestler y Kolmogórov. Reciban todos un afectuoso saludo.

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